jueves, 27 de abril de 2017

POEMA VII (CATARSIS - 1998)


VII
“Con sombra de hojas verdes
se tatuaron tus muslos,
gorriones asolados, las palabras
Leopoldo Marechal (Siesta)

Recuerdo aquella tarde
tan especial, tan nuestra,
llena de magia y encanto
tan trivial en la palabra.

El sol se repetía, salvaje,
en el brillo del agua
y las imágenes fantásticas
herían suavemente
tus pupilas ansiosas de lágrimas.

Te dije murmurando como el río,
lo mejor de haber tocado fondo
es el camino
que va hacia arriba
cuando los afluentes se agotan.

Y el primer apólogo chino
se hizo presente
corpóreo, palpable
para darme de su mano
el mejor durazno de su planta

Hubo un momento en que el fuego
pareció beberse toda el agua;
estalló el torbellino de los cuerpos
sellando el pacto
de un mañana mejor.

La tarde se hizo delirio
de amores y dolores.
Amenazante el crepúsculo
de oscurecer el río con el verde de las hojas
fuimos esperanza en el espejo acuoso.

Entre poesía ingenua y sabores necesitados
los colores del espacio se descubrían
en la simbiosis del amor
y dos seres

crecían para el nuevo milenio.