sábado, 14 de enero de 2012

IX (Catarsis)









Sol de siesta

trepando paredes vidriadas

inútil interposición

entre ardientes manos enlazadas.



Sol de siesta, brillante.

Me miré en el espejo de tus ojos

y les pedí un poema

a tus pupilas desorbitadas.



¿Sobre qué?

Sobre las nubes,

escuché mi voz que te decía.



Las nubes surcaron el espacio poético

y tuvimos nuestro poema,

navegando el cielo de la vida

en un esperanzado velo blanco.



Ahogamos de sueños la metáfora escrita,

le impusimos el eje al futuro anhelado

y desde las vibraciones de la sangre

trastocamos en signos lo que la mente dictaba.



Se asfixiaron los versos

con el trino de los pájaros,

con las campanas de los campanarios,

anunciando impetuosos

que un nuevo tiempo ha llegado.



Catarsis (1998)



miércoles, 11 de enero de 2012

Vigilia







Transitar
la hondura de la noche;
querer atrapar
esa luna desvestida
que la habita
y comprender
que todo es imposible.

Mi noche es solamente
desamparo
y en esa larga vigilia
cabe toda negación
y muere todo sueño.

 
De "Poesía cotidiana" (2006)
 

Ciudad dormida








Me gusta espiar a la ciudad dormida
cuando la agonía de la noche
transformada en tenue luz
precede al día.

Hora de misteriosa incertidumbre
habitada
por soñadores de la nada
que suelen colgar en las ventanas
su corazón repleto de vacío
o transitar las fronteras
de la aurora
espiando soledades
de otros seres.

Cuantas historias resbalan
por las calles desiertas...

Me gusta espiar a la ciudad dormida...
Escudriñar el paisaje ciudadano
para encontrarme
con tanto sueño destrozado,
cenizas en la espalda de la noche.

Me gusta la ciudad dormida...
Hecha de oscuridad y estrellas
y alguna pizca de delirio
me entrega sus silencios
para que pueda interpretar
el lenguaje de lo oculto.

 
 
De "Poesía Cotidiana" (2006)

martes, 10 de enero de 2012

XX (Catarsis - 1998)






Festejemos,
con mi amiga luna
y mi sombra esclava
mientras aún es primavera

Li Po (mientras bebo solo
a la luz de la luna)



Curioso,
con ansiosa excitación
contemplo tu desnudez nocturna.

Estremecido, recuerdo
nuestros cuerpos ardientes
mientras la luna que se desvela
se mete a través de mi ventana.

Esta luna obcecada
que se resiste al destierro
que cada día le impone
la rutinaria luz que surge del oriente.

Tu rostro es una estatua
bajo sus rayos macilentos
y cada vez más apagados.

Pero la luna,
cual suicida militante
se resiste, se defiende,
no se quiere marchar.

Pobre luna nuestra
que, valiente,
intenta evitar el exilio.

Pobre luna compañera
que pronto será nostalgia.

Yo la comprendo
porque cuando el púrpura
despeje las tinieblas
ya no será la reina.
Yo la comprendo
porque cuando el torrente de luz
invada nuestro vacío escondite compartido,
tú ya no estarás,
te habrás marchado
y yo estaré nuevamente,
como mi amiga luna,
terriblemente sin luz
y absolutamente solitario.


Catarsis (Edinoar - 1998)




Cicatrices








La noche pesada y calurosa;

la poesía que ronda por cada

rincón de nuestra casa,

escondida de todo,

esperando que alguien la descubra.



Apenas una metáfora

de mis noches más insomnes.



Una noticia escueta ha llegado

a mi correo.



He tenido que leer a Colinas,

Gallego, García Montero

y algunos cuantos otros

para descubrir que la poesía

es una elegía que nos insta

al aprendizaje del dolor;

tuve que leer bastante para llegar

a la hora del telediario

y encontrarme con un alfabeto

de cicatrices que por supuesto

no son ninguna carroña.