Los poetas, ¡Ah!... los poetas...
Siempre con su ilusión a cuestas.
Hacedores de sueños
(o vasallos de sueños, ¡Quién lo sabe!),
llenan hojas baldías con su verbo
estrujan las palabras, las miman,
las halagan,
les ponen un ropaje diferente.
Buscan decir con ellas
la esencia de la vida.
escrutan la noche y sus misterios,
espían sus silencios
e interpretan los sones que la habitan.
Son diestros en jugar con duendes,
se apropian del paisaje y lo refundan,
pero por sobre todo,
son dueños del amor...
Seres extraños,
sobreviven a fuerza de coraje
en un mundo plagado de falsía,
deambulan en busca del poema,
ese que tantas veces se les niega
y que suele ser lágrima dulce,
cuando no duele
y tiene sabor a sangre derramada.
Como pequeños monstruos caprichosos
los poetas emergen de la nada;
todo lo sueñan; todo lo idealizan;
de algún antojo construyen utopías;
visten con alguna estrofa
el llanto y la miseria, el hambre de los niños
y el olvido de los poderosos.
Los poetas... ¡Ah! Los poetas...
Cuánto valor para dejar su alma desnuda
y hacer vibrar los corazones
con la esperanza de que su palabra
encuentre un recoveco para aquello
que alguna vez parió su pluma.
Del libro Poesía cotidiana (2006)